lunes, 3 de noviembre de 2008

ILUSION

Este pasado sábado fui con mi mujer y mi hijo al Circo, me maravilló ver la cara de perplejidad de mi hijo y de los restantes niños que asistían a la función, me hicieron recordar aquel maravilloso día hace unos veinticinco años en que a mi me llevaron por primera vez, todo el mundo del circo ante nuestros ojos, desde la entrada hasta el interior de la Carpa, y esas dosis continuas de magia y espectáculo en todas y cada una de las actuaciones, en alguna de las cuales, a diferencia de hace veinticinco años, también hoy, nos ponen unas dosis amplias de arte escénico y que, todas, en conjunto, nos permiten contemplar la maravillosa unión de la gran familia que constituye un Circo. Pero, a diferencia de hace veinticinco años, me entristeció comprobar que poco después de la primera media hora de actuaciones, comenzó el éxodo de niños con sus familias, que se iban marchando uno a uno, gota a gota, del Circo, la causa y explicación a dicho éxodo la pude descubrir no mucho tiempo después en mi propio hijo, cuando empezó a preguntarme “¿Cuándo nos vamos?” y es que la infancia de hoy en día se ha tornado completamente desinteresada por la multitud de cosas, juegos, espectáculos, etcétera, a los que tienen acceso, de esta manera, todas y cada una de esas cosas sólo les atraen hasta que las consiguen, una vez conseguidas inician un automático proceso de búsqueda de algo nuevo que conseguir y aquello que ansiaban y ya han conseguido, deja de interesarles. No obstante lo anterior, al igual que observo esa falta de interés en nuestros enanos, también observo una suerte de comportamiento obsesivo y es cuando tienen una especial fijación por un tema o un personaje, a partir de ese momento, toda su vida gira en torno a ese tema o personaje, llegando a convertirse, bajo mi inexperto punto de vista, en un absoluto problema, toda vez que todo lo que no tenga que ver con ese tema o personaje, carece de relevancia para ellos, mientras que la cosa más banal o inútil, si es relacionado con el tema de referencia o lleva su nombre, ya se convierte en objeto de culto y centro de todo su deseo o atención, pero no nos equivoquemos, de esto no tienen culpa ellos ni la televisión, ni nadie más que nosotros y por nosotros me refiero a todos los adultos que nos encontramos en su entorno más próximo, porque si la televisión les bombardea con multitud de juguetes, como hacen en estas fechas, somos nosotros los que, en primer lugar, les permitimos estar frente a ese continuo bombardeo, y en segundo lugar, somos nosotros los que participamos al comprarles o permitir que les compren esa gran variedad de juguetes y objetos que, generalmente giran entorno al tema o personaje que les obsesiona, de este modo, lo que no podemos hacer después, en unos años, es quejarnos de que tenemos unos adolescentes idiotizados o desinteresados, la explicación es lógica, los niños de hoy son los adolescentes de mañana, no nos olvidemos de que estamos poniendo los cimientos de la casa (la sociedad) en la que nos tocará vivir mañana, y no nos olvidemos que los niños son como esponjas, si ven que lo que quieren no lo consiguen con uno de los adultos que les rodean, siempre probarán con otro, de este modo es fácil, tengamos unidad de criterio y actuación todos los adultos que les rodeamos, recordemos que nuestra obligación es conseguir que salgan adelante, eso no significa que nuestra obligación sea darles todo lo que quieren, nuestra auténtica obligación es darle todo lo que necesitan y enseñarles desde ya que “no es más rico el que más tiene si no el que menos necesita”. Un saludo

Jorge Rivas

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